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Responsabilidad con la Familia

La prioridad de la familia

La familia es la unidad básica de las relaciones humanas y como tal es indispensable, tanto para la sociedad como para la Iglesia (Génesis 2:18-24). El origen divino de la familia y su carácter institucional exigen que se le ministre con prioridad, tanto desde el punto de vista personal como colectivo. La práctica de las disciplinas y virtudes cristianas debe empezar en el hogar (Deuteronomio 6:6-7). Por lo tanto, la familia cristiana debe establecer un plan para la celebración de cultos y fomentar una atmósfera cristiana en el hogar (I Timoteo 3:3- 4; 5:8).

La santidad del matrimonio

El matrimonio es ordenado por Dios y es un acto de unión espiritual en el que un hombre y una mujer se unen para vivir como una sola carne (Génesis 2:24; Marcos 10:7). Por su carácter divino, el matrimonio es un compromiso para toda la vida y la fornicación es la única concesión bíblica para el divorcio (Mateo 5:32; 19:9).

La Biblia estrictamente prohíbe la relación sexual, ya sea antes del matrimonio o con otra persona que no sea el cónyuge (Éxodo 20:14; I Corintios 6:15-18). Para alcanzar la santidad en el matrimonio, los cónyuges deben esforzarse por mantener una relación placentera, armoniosa y santa. Si ocurriera un divorcio, la Iglesia debe estar presta a brindarle su amor, comprensión y orientación a los afectados. Las segundas nupcias de personas divorciadas podrán realizarse únicamente después de un entendimiento y sometimiento pleno a las instrucciones bíblicas relacionadas con este asunto (Mateo 19:7-9; Marcos 10:2-12; Lucas 16:18; Romanos 7:2-3; I Corintios 7:2, 10-11).  Si un cristiano desea permanecer soltero, su decisión debe ser respetada y vista como una alternativa bíblica (I Corintios 7:8, 32-34).

Orden divino en el hogar

Cuando Dios creó al ser humano, varón y hembra los creó (Génesis 1:27). Los dotó con características (I Corintios 11:14-15; I Pedro 3:7) y responsabilidades diferentes (Génesis 3:16-19; I Pedro 3:1-7). En el orden bíblico, el esposo es cabeza del hogar (Efesios 5:22-31; Colosenses 3:18-19), los padres deben criar y disciplinar a sus hijos (Efesios 6:4; Colosenses 3:21) y éstos deben obedecer y honrar a sus padres (Éxodo 20:12; Efesios 6:1-3; Colosenses 3:20). Para que haya armonía en el hogar debe observarse el orden bíblico de responsabilidades. 

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